jueves, 31 de mayo de 2007

Lectura 5 - La Vía Láctea está desapareciendo


Noviembre 1, 2001: Los cosmólogos especulan que en 1014 años más (un plazo que va más allá de lo imaginable) las estrellas de nuestro incansablemente expansivo Universo podrían quedarse sin combustible y desaparecer de la vista. El cielo nocturno, que alguna vez fue el televisor de los antiguos, se transformará en algo muy insípido y aburrido: un tablero vacío, sin estrellas ni nebulosas. ¡Algo así como la pesadilla de un astrónomo!

Afortunadamente, aún falta mucho tiempo para que se apaguen las estrellas. Sin embargo, los investigadores afirman que el cielo nocturno ya está desapareciendo. Un estudio reciente reveló que tal vez dos tercios de la población mundial, cuando miran hacia el cielo nocturno, ya no pueden ver la Vía Láctea -- el brumoso trazo de estrellas que durante los cálidos veranos del hemisferio norte, recorre el cielo de horizonte a horizonte.

La Vía Láctea se desvanece, no porque es el fin del Universo, sino como resultado de la contaminación lumínica: la iluminación inesperada de la atmósfera por las luces de las calles, avisos comerciales, casas, colegios, aeropuertos y otras fuentes. Cada noche miles de millones de lámparas envían su energía hacia el cielo donde objetos microscópicos -- moléculas de aire, polvo en suspensión, y gotitas de vapor de agua -- reflejan gran parte de la luz desperdiciada de vuelta a la Tierra.

Es difícil imaginar que la lámpara eléctrica incandescente fue inventada hace poco más de 100 años", dice George Eslinger, ex Director de la Oficina de Iluminación de Vías de la Ciudad de Los Angeles. "Desde entonces la urbanización y la iluminación mal controlada han creado un serio problema de contaminación lumínica en los países industrializados".

"Si no revertimos esta tendencia", advierte, "todo el globo estará envuelto en una cubierta brillante que nos impedirá ver la magia del Universo con nuestros propios ojos".
Los habitantes de las ciudades ya han perdido la mayoría de las constelaciones, el planeta Saturno, y muchas estrellas de mediana magnitud. Además, mejor que se olviden de poder observar la mayoría de las lluvias de meteoros, y los despliegues débiles de las Luces del Norte (y del Sur).

Se trata de una gran pérdida. Los jóvenes observadores del cielo al crecer se transforman en filósofos, científicos, poetas, exploradores, y maestros de colegio. Pero a los muchachos no les llamará la atención -- ni se inspirarán -- con un cielo vacío.