Sinopsis:
Tras la muerte de su madre, Juan Preciado viaja hasta Comala con la intención de conocer a su padre, Pedro Páramo, un cacique que durante años ha impuesto su autoridad sobre el destino de los lugareños. Una vez en Comala, Juan Preciado descubre poco a poco la realidad que desconocía de su padre: una historia donde la muerte predomina sobre cualquier otro intento del amor o la lucidez, una difícil secuencia de hechos que terminan por confundirlo hasta el grado de impedirle reconocer que Comala está realmente deshabitado.
El personaje:
Nadie hay en la Media Luna para recordar a Pedro Páramo. Nadie vive en Comala. Todos están muertos pero todos le temen. Asesinado hace años, Pedro Páramo todavía es causa de temor. ¿Qué miedo es capaz de perdurar hasta entre los muertos? Y es que los muertos de Comala siguen vivos en su difunta eternidad y perduran con ellos el trajín del existir cotidiano, su antigua preocupación, iguales obsesiones a las que de vivos sintieron y provocaron. En esta muerte general, el miedo por el cacique aún late en el cadáver de todos. En la Media Luna, Pedro Páramo vivía y profesaba como un nuevo tirano, repetía a tantos que han torcido la historia y a tantos personajes que la literatura ha buscado para sacar a la luz la parte oscura el alma humana. “Un rencor vivo” lo llama el arriero Abundio. Un temible rencor revestido de autoridad y poder.
Imaginar la vida de Pedro Páramo obliga a lamentar la vida de sus paisanos. Pensar la vida de este personaje hostil a la vida, rehacio al afecto por otro ser humano, vengativo, obliga a pensar la vida difícil de quienes lo conocieron. “Es, según yo sé, la pura maldad. Eso es Pedro Páramo”, dice Bartolomé San Juan, padre de la úníca mujer que el cacique amaba. Pero hasta el amor irreprimible por Susana San Juan se manifiesta en Pedro Páramo de una forma irracional y convulsa; quizá como mera expresión de un apetito que consiguió reducir a enfermedad y locura la vida de la persona deseada. No extraña que Pedro Páramo asustara incluso muerto.
Imaginar la vida de Pedro Páramo obliga a lamentar la vida de sus paisanos. Pensar la vida de este personaje hostil a la vida, rehacio al afecto por otro ser humano, vengativo, obliga a pensar la vida difícil de quienes lo conocieron. “Es, según yo sé, la pura maldad. Eso es Pedro Páramo”, dice Bartolomé San Juan, padre de la úníca mujer que el cacique amaba. Pero hasta el amor irreprimible por Susana San Juan se manifiesta en Pedro Páramo de una forma irracional y convulsa; quizá como mera expresión de un apetito que consiguió reducir a enfermedad y locura la vida de la persona deseada. No extraña que Pedro Páramo asustara incluso muerto.
La obra:
Juan Rulfo (1917-1986) escribió Pedro Páramo entre 1953 y 1954. El público y la crítica recibieron con asombro la obra, sorprendidos por las innovadoras soluciones literarias que Juan Rulfo aportaba en la historia del terrateniente mejicano. Pedro Páramo, obra de una larga génesis, dio fama indiscutible a Juan Rulfo, que no volvió a publicar en los más de treinta años que vivió tras la aparición de la novela.